La luz de la luna se cuela por la ventana iluminando lo que en un día fue la razón de seguir viviendo, ahora todo había cambiado, ya no todo eran palabras de amor que me gustaban. Él seguía susurrándome cada noche las mismas palabras que en su día me cautivaron. Pero ya no era así. Mis ojos llorosos estaban iluminados por la luz blanquecina de la luna, pero ese era el único brillo que tenía, pues ya nunca volverían a sentir lo que ese día sintieron. Aquella noche todo transcurría como siempre, pero solo había un pequeño cambio. Las cortinas y las ventanas de toda la habitación estaban abiertas de par en par. Él las había abierto antes de que yo pudiera entrar en la habitación. Se acercó a mí y como siempre, acarició mi pelo con dulzura. Sin embargo esa noche no volví a oír su voz. Ya no escuche sus suaves palabras. Si no que aquella noche fue diferente, muy diferente. Se acercó a la ventana y se quedo mirando la luna, tras varios minutos regresó junto a mí y agarrándome delicadamente de la mano me acercó hacia el alféizar. Yo también miré la luna. Entonces fue cuando por fin se acercó a mi oreja y me dijo:
-Por fin veo aquel brillo que sentí hace 14 primaveras, ahora todo ha cambiado, bueno tal vez sea yo quien no haya cambiado. Quien no se ha dado cuenta de que ya no eres la misma, ya no sientes igual que aquel año, ya no te convence mis palabras sentidas. Tal vez ya te aburra de tanto soltarte mis poemas, pero el amor ha cambiado. Y por eso, estoy dispuesto a cambiar yo también, porque quiero sobrevivir contigo. Quiero que me muera a tu lado y cuando ese día llegue, que seas tú quien me susurre todos los poemas que quieras porque yo nunca me cansaré. A pesar de que cambie, será un cambio forzado, no será nada natural, así que en el fondo de mi corazón mis palabras siempre estarán guardadas para que un día te las pueda soltar otra vez, nunca se olvidarán.
Miré sus ojos y pude ver lágrimas que nunca serían derramadas, pues aquella noche le dije:
-Soy yo la que debo cambiar, la que tengo que darme cuenta de que muchas chicas matarían por tenerte a su lado, porque sé que si te vas y nunca más me dices esos versos, luego los echaré de menos y a partir de hoy, confiésame cada secreto y cada palabra en esta ventana bajo la luz de la luna para que puedas ver mis ojos brillar y ambos sepamos que en esta habitación con el resplandor de la luna somos felices, aunque solo sea este momento.
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