Culpabilidad

Culpabilidad. No dejes que ella te haga vulnerable y débil. No dejes que te haga sentir esa sensación en el pecho, como si estuvieras ahogándote. No dejes que haga lo que quiera contigo. No puedes derrumbarte y decidir que ella se apodere de ti, como si fueras una marioneta de su gran teatro. Si ves que se acerca, aléjala. Si sientes que se cierne sobre ti, apártala de un empujón. No dejes que se meta en tu cabeza, haciéndote parecer reales cosas que no son más que una ilusión. Todas las personas, todas, la han sentido alguna vez. ¿Por qué, entonces, todos esas personas están sonriendo, felices? Han conseguido que la culpabilidad se marchara, que dejara de engañarles. Su voluntad es mucho más fuerte. Sus corazones saben la verdad. No te encierres en tu habitación y te rindas. Debes permanecer de pie, firme, como un soldadito de plomo que ha ganado la batalla. Debes huir de ella, hacer que desaparezca de tu vida, aunque sea por un momento. No se irá si simplemente te quedas en un rincón, llorando. Ella no se da por vencida. ¿Me oyes? La culpabilidad te está robando estos segundos, estos minutos, minutos que podrían ser felices. Pero ella los transforma en tristes. Sonríe. Dite a ti misma que no podrá contigo. Que puedes superarla. Hazlo por mí, porque quiero verte contenta, porque quiero que seas fuerte y que no te confunda. Mírame. ¿Lo harás?

Lo haré, querida Culpabilidad. Si te marchas de mi vida y quedas solo en el recuerdo. Si dejas de actuar como si fueras mi amiga. Me intentas confundir de nuevo. Y no quiero que lo consigas. No lo lograrás. Hazlo por mí, porque no quiero volver a verte ni sentirte otra vez. Yo ya he hecho lo que querías. Ahora te toca a ti. Dime, ¿lo harás?