domingo, 17 de marzo de 2013

Lo hemos intentado

Acompañada de la soledad silenciosa...
Sentada en un banco, vestida con un abrigo de color crema, mira melancólicamente hacia delante a través de sus gafas. Y no hace nada más. Acompañada de la soledad silenciosa. Un halo de tristeza la envuelve. Poca gente conoce sus sentimientos o pensamientos, y nosotras no somos una excepción. Le dirigimos súbitas miradas antes de volver a nuestro libro de Lengua y Literatura.

-¿No os da pena?-dice la más bajita de ellas.
-Sí, pero ¿qué podemos hacer nosotras?-comenta la chica de gafas.
-Me gustaría decirle algo, pero no sé...-duda la última, de pelo largo y marrón.
-Yo me muero si voy.
-Yo le digo algo si alguna me acompaña-la chica bajita se levanta, con el libro en mano, y mira a las otras dos, sentadas junto a sus mochilas en el banco contiguo.
-A mi me da mucha vergüenza-repite la de gafas.
-No sé...-duda otra vez la del pelo largo.
-Vale, voy yo.

La bajita anda hasta el banco donde la chica solitaria mira al vacío. Las otras dos ya no estudian la lección, si no que observan, nada disimuladamente, a su amiga. Tras un par de minutos, vuelve a su respectivo banco.

-¿Qué te ha dicho?-pregunta la del pelo largo.
-¿Qué le has dicho?-pregunta a su vez la de gafas.
-Le he preguntado que que tal le iban los estudios y tal. Todo ha ido en torno a eso.
-Oh.
-Además, tiene una voz muy diferente a cómo me la imaginaba-replica la bajita.
-¿Cómo era?-pregunta la del pelo largo.
-No sé, era más grave de cómo me la imaginaba. Y, ¿no os parece mal cómo estamos hablando de ella? Como si fuese este tema de conversación y ya está.
-Uf, me sigue dando pena-comenta la de gafas, mirando en dirección de la otra chica, que seguía ensimismada  en sus pensamientos.
-¿Le preguntamos si quiere venir?-propone la del pelo largo.
-Por mí vale-responde la bajita.
-Ve tú, que ya sois amigas-dice la de gafas.
-Sí, vamos, somos íntimas-ironiza la aludida, mientras unos chicos de la clase de éstas se acercaban y se sentaban dos bancos más allá, al lado de la otra chica.
-Encima ahora vienen éstos-bufa la del pelo largo.
-¿Y qué pueden decir? ¿De qué se pueden burlar? ¿De qué nos pueden acusar?-pregunta la bajita. No deja responder a sus compañeras- ¿De ser amables?
-Vale, es verdad-le da la razón la de gafas-. Pero si voy yo, me muero por el camino. Y eso que son dos metros.
-Jo. ¿Me acompañas?-le suplica a la del pelo largo, que se queda pensativa-.Sois unas cobardes-replica, antes de ir al banco de la otra chica.

La bajita le pregunta que sí quiere ir con ellas, mientras la chica mira en dirección al banco. Las otras dos hacen un ademán de saludo con la mano. Ven que niega con la cabeza. Y un escueto "Gracias". La bajita vuelve al banco, triste.

-Lo hemos intentado.

1 comentario:

  1. ¡Vaya! Conosco chicas solitarias, a veces me les he acercado pero nunca ha durado nada :/
    ¡Muy bien relatado!

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