Bailaba y bailaba al son del compás acompañada de su pequeña caja de música, la que hace bastante que había encontrado en su baúl. La acompañaba el sonido de su pequeño acompañante. No podía sentirlo, ni siquiera le respondía cuando le hablaba, pero el ruido que provocaba en la estancia significaba que continuaba presente junto a ella. Sin embargo, la chica paró de bailar. Él ya no la acompañaba, apenas tenía fuerzas para seguir bailando a su lado. Solo se oían los sollozos de de ella. El eco. Su eco. Ya no aparecía junto a ella.
Años más tarde...
Odiaba cuando aquella nube llegaba y empapaba sus mejillas con su lluvia. En sus párpados caídos, estaba su verdadera naturaleza. ¿Aquella triste niña era un bicho raro o su propio cuerpo se había consumido entre tanto amor? El corazón que latía había sido sorprendido por unos pequeños síntomas. Las personas que la tenían a su lado, ya no notaban apenas su atenta mirada. Habían sido las locuras de los sábados. Sí, seguro que podría haber sido aquello. El descontrol, los pequeños detalles de los que solo ella se daba cuenta... Habían sido meses y meses sin amigos, se sentía sola, ya ni siquiera sabía por qué tanta emoción en su vida, si seguía siendo la misma. Nunca había cambiado, seguía siendo la tímida niña que antes había revolucionado toda su vida y la de los demás...
<<Su propia apariencia le había engañado, tal vez ella había sido mucho más de lo que podía llegar a ser, tal vez no podía ser como los demás... Tal vez había nacido para ser diferente y aun nadie se lo había dicho...>>
Simplemente, me encanta tu forma de escribir, jo.
ResponderEliminarMe has dejado sin palabras.
Besos, Amanda.
Pues a mi me encanta este texto para los pocos comentarios que tiene vamos. Además el título es precioso. Y espero que algún día, alguien le diga que es diferente.
ResponderEliminarSe te quiere y esas cosas