domingo, 28 de julio de 2013
Titanic
miércoles, 24 de julio de 2013
Por suerte, ya no me pertenece
Su voz sonaba convincente, como los pájaros que se posaban en la ventana cada mañana para alegrarle. Al igual que el mar, totalmente transparente. Nos habíamos convertido en un cuerpo sin interior. No pensábamos igual, nuestros defectos nos hacían más enemigos. La aceptación nunca ocurrió, quisimos ser iguales y perfectos cuando nada de eso existe. Los párpados amenazaban con cerrarse pero no podían, en aquella cama, sentada con la piernas cruzadas, encontré o que nunca había supuesto. Abría la caja donde dentro se encontraba una carta, sus lágrimas rodeaban el sobre y una parte de sus sentimientos estaba allí. Con solo abrir el sobre podría haber adivinado lo que pasaba por su interior, pero sabía que la tristeza solo puede solucionarla uno mismo. No descubriría sus sentimientos, no quería hacerlo. Estaba mal meterme en lo que no es mío y afortunadamente, esa tristeza no me correspondía. Por suerte, ya no.
lunes, 22 de julio de 2013
Carta en una botella
Angelics

viernes, 19 de julio de 2013
¿Quién lo diría?

martes, 16 de julio de 2013
Todo acaba desapareciendo
Respiraba tranquila, las voces de aquella habitación no le afectaban para nada, sonaban de forma inhumana, casi podía percibir que no eran reales. La imagen reflejada en el cristal parecía transparente e invisible. Aquello no era real, sentía las pulsaciones fuertes en su interior. La cabeza le daba vueltas, las piernas le empezaban a fallar. Poco a poco, su cuerpo se derrumbaba, pero sus sentimientos ya lo habían hecho hace mucho tiempo. Las ventanas estaban cerradas y la soledad que le venía atormentando desde hace mucho, se volvía a plantar ante ella. Se tapaba los oídos e intentaba convencerse de que todo aquello era mentira. Pero a veces, ceñirse a la realidad es lo más simple y lo más fácil de todo. Son tantas voces con nombre, escondidas en los rinconces de tu mente.
Aquellas que nos destrozan los sueños e ilusiones. Al fin y al cabo, somos nosotros quienes ponemos en duda lo fuertes que somos. No hacemos más que enfrentarnos a las críticas que la mente nos grita. Las que se nos graban y se nos quedan clavadas como dardos. Cada flecha es una herida con veneno pero duele más cuando eres tú quien las lanza. Y van a clavarse a tu propio cuerpo, desmoronándote poco a poco, hasta que las heridas empiezan a sanar.
lunes, 8 de julio de 2013
Más allá de lo que solemos pensar
La chica andaba tranquilamente con cierto nervisosismo en su mirada de ojos grises. De vez en cuando, pronunciaba unas palabras que se quedaban en un susurro. Sus manos estaban colocadas en sus bolsillos de forma inquieta. Caminaba por entre las sombras de las calles más antiguas de la ciudad. Miraba a ambos lados y no muchas personas le dedicaban una sonrisa, ni siquiera una mirada. El mundo se había parado en ese momento, creía que en aquel barrio, no había vida, ni las farolas se encendían. Ya era tarde, ella era la única que sabía mirar más allá del físico de las personas. Podía entender los sentimientos de alguien con solo mirarle a los ojos. Podía saber la situación por la que pasaba una familia con solo sonreír al niño pequeño. Todo se componía de gestos, miradas y situaciones.
Ella era silenciosa, seguramente, nadie se había dado cuenta de su presencia, sin embargo, salir sola le inspiraba, podía ver mucho en solo una esquina o en una pared. Creía que cada objeto tenía una historia digna de conocer.
No solía hablar con nadie, la soledad le hacía verse invisible pero tranquila, sin embargo, ella también mostraba sus problemas y dudas. Lo hacía de manera dustinta, se sentaba a observar los paisajes y allí, hablaba horas y horas. Los pájaros le cantaban, el viento le mostraba situaciones y el agua le reflejaba momentos. Ninguno le respondía a pesar de hablar, ellos solo le ayudaban o lo intentaban porque la única respuesta era pronunciada con sus palabras ya que nadie le iba a entender mejos que ella misma...
Sin embargo
¿la soledad nos ayuda a pensar?
Tan lejos...
Las lágrimas regresaron después de tanto tiempo. La soledad invadió tu cuerpo sin que pudieras luchar contra ella. Tu fuego interior fue extinguido.
Te fuiste yendo con el viento, hasta que no se te pudo ver en el horizonte. Conté lo días que faltaban para que te fueras, como quien cuenta estrellas.
Mi sonrisa fue cambiando con el tiempo y acabó por convertirse en una mueca de dolor y sufrimiento. Cambiaste, o simplemente maduraste. Se te olvidó todo lo que pasamos. No recuerdas las risas y momentos juntos, no recuerdas la felicidad que hemos sentido. Ahora te has marchado y estás tan lejos y ya nunca podré saber si has cambiado.
Angelics