jueves, 28 de febrero de 2013

Todo se ocultaba por momentos, menos él.

Miré hacia allí arriba, hacia el horizonte. El sol ya se escondía y podía divisar el cielo que mostraba un tenue color rosado. La sombra de varios árboles destacaban en el valle, pero sobre todo, no se oían a los pájaros. Todo se oscurecía con un tremendo silencio. Todo se desvanecía ante mis ojos. Ya nada estaba vivo. No me pregunté qué pasó. No habría respuesta. Nadie podría pronunciar aquellas palabras para aclararme todo. Tan solo, me derrumbé. Al igual que lo hizo aquel sol, que se escondió entre las montañas, los árboles cayeron suavemente, sin producir algún ruido, los pájaros se detuvieron y se posaron sobre el suelo para caer rendidos. Sin embargo, no me percaté de que no todo había muerto. Había alguien allí, que permanecía vivo. Tan solo oí sus lamentos y pude sentir sus lágrimas caer. Estaba allí, delante de mí. La persona que me quiso, que supo callarse, que siempre estuvo ahí, a un lado y sin molestar,. Aquella persona que puede estar ahí , sin desvanecerse, una persona fuerte que arrepentida, volverá a su hogar. Dejándome ahí, enterrada bajo las flores marchitas. Sin embargo se irá dedicándome un adiós y unas palabras. Que seré yo, la razón por la que siga viviendo. Porque aunque me haya ido para siempre, permaneceré en su corazón y entonces, seré yo la que no moleste, la que me calle y la que sepa que todo aquel tiempo su silencio tenía un por qué.

martes, 26 de febrero de 2013

Café con leche

Despierta como todas las mañanas acurrucada en su cama. Desde la ventana, un suave resplandor amarillento se filtra por el cristal hasta arroparle entre el calor de mil soles. Su pelo oscuro como el carbón se expande por las sábanas, sus ojos del color del hielo observan la gran estrella que reposa sobre el cielo. Se siente cálida y protegida. Se da la vuelta y lo ve. Sí, se acordaba perfectamente de lo que sucedió anoche. ¿Se acordaría él? Su pelo rubio, despeinado tras una larga noche de amor, sus labios finos y rosados... Abre los ojos, marrones como el café con leche que había pedido ella justo la noche en que se conocieron, y la mira. Sus brazos rodeaban su cintura y ella apoya los suyos sobre sus hombros, como quien baila un vals. Ambos sonríen. Sonrisas tenues y fugaces, breves y cargadas de sentimientos, pero ellos la han visto. La han sentido. Ambos han podido leer lo que sus corazones habían escrito aquella noche bajo la luz de la luna sonriente. Un "buenos días" y el chico se levanta, separándose de ella. Él ya se movía por la casa de ella como si fuera de su propiedad. Ella no necesito mucho tiempo para saber por qué el se había levantado en aquel momento en el que sus miradas se habían encontrado y se habían quedado en un trance de amor infinito. El ruido lo delataba. El sonido de la cafetera. Y cuando el chico vuelve, café con leche en mano, ella se lanza a sus brazos, mientras él deja caer las tazas en un acto reflejo. Unas tazas no equivalen a un beso de amor, se recuerda ella, dejándose llevar por sus sentimientos desnudos. ¿Sería aquello amor verdadero? ¿Sería él el hombre de sus sueños? ¿Vería ella tras su mirada café el amor y la ternura que tanto tiempo había deseado?

lunes, 25 de febrero de 2013

-Hola.
+¿Me llamabas?
-No, será tu subconsciente que de todas las chicas que van detrás tuyo sus voces se te habrán quedado grabadas a fuego en tu cabeza.
+Pues he escuchado tu voz. ¿Eso significa que te gusto?
-No, es mi corazón que se siente atraído hacia ti mientras mi cabeza se niega a amarte como todas las demás. Si a eso lo llamas querer, entonces sí, mi boca no para de gritarte para que acerques la tuya y os deis por fin ese beso que tanto ha anhelado.

domingo, 24 de febrero de 2013

Un árbol muy pequeño, pero fuerte

Corría por un campo lleno de miles de flores. Todo era multicolor. A lo lejos se encontraba el sol que sonreía, al igual que las flores. Todo era mágico. Yo seguía corriendo e intentando no pisotear ninguna flor. Entre la espesura descubrí un árbol muy pequeño entre todos. Paré de correr y me dirigí hacia allí.
Tenía una rama rota y las hojas caídas, aun así, él sonreía débilmente. Observé todos aquellos gigantescos árboles, todos tenían muchas flores y alguna rama rota y ninguno de ellos era feliz. El pequeño árbol susurró unas palabras:

-Al ser tan pequeño, nadie se dio cuenta de que estoy aquí y de que por muchas ramas rotas que tenga y hojas caídas, sigo siendo feliz. Y ellos están mejor que yo y no son felices....

Aquellas palabras me conmovieron y llegaron hasta lo más hondo. Hay que ser fuertes como lo hizo aquel pequeño árbol que no teniendo nada era feliz. Por eso, en ese momento, nada más decírmelo, me adentré de nuevo en aquel camino de flores y salté entre todas. Siendo libre y olvidando todos los problemas que tuve. Porque en ese momento ya no tenía ninguno.
 
 

sábado, 23 de febrero de 2013

Otra vez de las muchas que hubieron

La luz se cuela por la puerta al igual que la luz gris del cielo, veo miles de reflejos por cada lado, por todos lados hay una luz transparente reflejada. Oigo los cantos de los pájaros en cada árbol. Siento todo muy cercano. Miles de miradas se centran en mí, en la chica sentada en un banco. Rodeada de hojas otoñales que decoran aquella calle tan apartada de la ciudad. Miro varias veces el reloj y veo que la hora ya se pasa de lo normal. Ya no va a venir. Puedo esperar unos minutos más pero no lo hago. Mi ángel no vendrá, morirá flotando en el aire, a mitad del camino y sé que se detendrá, mirará todos los kilometros que le quedan y retocederá, rehará todo el camino y descansará lejos de los problemas de su dueña. Porque por mucho que le llame, que pida a gritos que me ayude, no aparece. Por eso me levanto y me voy hacia la puerta marrón entreabierta y entro. Otra vez huelo todos los problemas e inseguridades que me produce  aquella casa, pero subo lentamente las escaleras y me cuelo por la puerta de mi habitación. Sigue habiendo esa luz en el cielo, pero lo que no llego a notar es que allí abajo, en el banco hay alguien sentado. Mirando y buscando a alguien con la mirada. Observa ensimismado su reloj y suspira. Otra vez ha llegado tarde. Otra vez de las muchas que lo hace. Siempre viene, pero demasiado tarde. Hasta que llegue el día que no le llamaré, que pasaré y simplemente me tragaré mis sentimientos. Dejando soltar todo y cometiendo locuras. Porque él volverá a llegar tarde y sin saberlo, volveré a pensar que no llega porque no quiere. Por mucho que lo haga sin querer, nunca llega. Y eso es lo peor.

Los 365 días del año



you are my heaven
Gracias por ser mis amigas, a pesar de todo.
Gracias por darme un abrazo cada día, los 365 días del año. Gracias por seguir soportando mis 5 canciones diarias, que, si las multiplicamos por cada día del año, en total son 1825. Gracias por escuchar mis paranoias sobre el amor, la amistad y la locura los 365 días del año. Gracias por interesaos en mis extrañas teorías y preguntas inexplicables. Gracias por no intentar investigar el motivo de mis silencios los 365 días del año. Gracias por estar ahí en las alegrías y las penas siempre, los 365 días del año. Gracias por seguir preocupándoos por mi, los 365 días del año. Gracias por ser mis amigas, a pesar de todo, los 365 días del año.
Postcards From Far Away
                                                   



viernes, 22 de febrero de 2013

Otro problema más

Solo existíamos tú y yo.
Tan solo niños jugando al fútbol lejos de allí que no se enteran de nada,  que no saben lo que está pasando pues no se oye nada. Tan solo nuestra respiración agitada y nuestros fuertes latidos. Varias personas nos gritan algo, a lo lejos que no logró entender, o simplemente no escucho. En ese momento solo importa él, la persona que tengo delante. Todo esta nublado, encapotado de nubes grises en el cielo. Apenas lo noto. Sigo a su lado, ambos apoyados en la pared y dirigiéndonos palabras llenas de sinceridad. Entiendo por lo que está pasando, sé que necesita a alguien a su lado que le ayude y con el pueda confiarle cada secreto. No quiere arriesgarse. Todo se acumula, el estrés, los problemas, y él me lo dice. Llorando en su interior por muchas cosas. Habrá llorado miles de veces y ahora se enfrenta a otro problema. El amor. Lleno de inseguridades que tan solo él puede aclarar. Que no sabe lo que siente y todos necesitamos una pequeña ayuda. Necesita que alguien le explique los sentimientos, que le enseñen a saber amar y poder liberarlo todo. Porque él quiere explotar, en cualquier momento lo hará y sé sentirá libre, como si nada pasara. Los problemas seguirán y todo volvera a ser igual. Sin embargo, sonreirá como siempre lo hizo al verme, cuando las miradas surgían de la nada en clase y las veces que he necesitado ayudarle. Nunca he podido. Nadie me ha dejado. Y esa vez en la que por primera vez, todo parecía reducirse a un mundo entre tú y yo. Ahí es cuando he podido soltar todo. No me importaba tu respuesta. Te dejaré todo el tiempo del mundo, hasta que llegue el día en el que será tarde. Esperaré tu respuesta porque ya lo llevo haciendo desde siempre y parece que por esperar unos días más no pasa nada. Tan solo necesitas un empujoncito y esxpresar lo que sientes. No me importará lo que me digas, tan solo me querré ir de allí segura de que he podido ofrecerte toda mi ayuda, que te apoyaba y lo seguiré haciendo. Porque yo te hice sufrir y ahora es mi turno, tengo que pagarlo y lo estoy haciendo. Hazme todo el daño que yo te hice. No me importa. Me lo merezco. Sonreiré cuando todo se acabe o tal vez, todo empiece. La decisión es tuya. Y pase lo que pase, sonreiré. Intentaré seguir a tu lado. Me iré susurrándote un adiós, empezando una nueva vida en la que mi corazón será libre o tal vez, ya jamás pueda olvidarse.

Encadenada


Dream Out Loud  Me siento mal, quiero llorar y llorar sacar todas la lágrimas de mis ojos, las que muchas veces me nublan la vista. Necesito huir llegar a un lugar en el que solo este yo, en el que nadie me vea y en donde nadie me siga.Quiero gritar, gritar muy alto liberarme de preocupacione, del estrés y el cansancio. Quiero expresar lo que siento que la gente me comprenda y me respete.
Me gustaría encontrar la llave que me suelte la cadena que me tiene retenida. La llave se ha perdido nunca la he visto, pero sé que existe. Se encuentra muy cerca. En aquel lugar sufro, lloro toda la noche hasta que me duermo. Cuando me despierte me encantaría ser liberada lloraría, pero no de tristeza, si no de alegría. Alegría de ser libre griatrle al mundo lo que siento, por el momento solo sueño con ello, pero no pierdo la esperanza. ¿Tienes tu mi llave? Si la tienes entrégamela, y así seré liberada.
Angelics



jueves, 21 de febrero de 2013

Hoy, eso es lo que veo

Mirando al cielo, me perdí en cada nube. El sol me cegaba y me iluminaba. Todo era precioso. No había ruidos ni humos. Todo era naturaleza. Pude oír a los pájaros gritar, a las nubes flotar y hasta el sol sonrió. Es un día tranquilo y las nubes ya no son nubes, se van convirtiendo en todas aquellas personas que voy a ver al salir a la calle. Están todas las personas que me importan y presiento que hoy estaré junto a él, me dejaré llevar y seré yo misma. Sentiré realmente confianza , aunque el corazón me golpee fuertemente el pecho, pero sé que ambos sonreiremos. Nos dejaremos fluir, y será mágico. Un recuerdo más para mi historia. La vida da muchas vueltas, por eso no dejaré escapar oportunidades. Las captaré y las recogeré porque las quiero. No quiero perder ninguna, a ninguna de todas las personas que me quieren. Porque las necesito a todas. Desde la chica de las 8 de la mañana hasta el chico que está ahí y , que hay que mirarle porque tiene algo especial. Porque os quiero a todos. Ocupáis un lugar en mi corazón,por mucho que no os conozca demasiado. Me importa lo que veo ahora, lo que estoy viendo en este momento sobre vosotros. Da igual si luego sois diferentes, no puedo decir que sois distintos porque conmigo sois como sois y me gusta.

-Cada uno ve a las personas de distintas maneras porque cada persona tiene su manera de ser dependiendo de la persona -Blue Princess

Y cada vez se da más cuenta de que no volverá

Y cada vez se da más cuenta de que no volverá. Que se irá en aquel tren hacia cualquier lugar que ella desconoce y no regresará a su lado. Que ese tiempo junto a él sólo ha sido una pérdida de tiempo entre sonrisas, besos y felicidad. Sabe que él no la echará de menos, sabe que él no llorará como ella tiene ganas de hacer ahora mismo, sentada en un banco de la estación, viéndole partir. Sabe que su anterior vida en aquella ciudad se disipará como un recuerdo, al igual que ella. Ella, llorando, acurrucada en una esquina de su cama, deseando que él se tumbe a su lado al igual que en aquellas tardes, noches, de enero. Y cada vez se da más cuenta de que no volverá, que sus lágrimas no servirán para nada y que todos esos momentos serán como pajaritos anidados en su cabeza, que no desearán irse de allí.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Y ella siempre estará ahí

Los copos caían en aquel día de invierno, y las calles estaban desiertas y heladas, pero aun así, yo permanecía allí, sentada en el banco de la misma calle de siempre, pero no estaba sola.
Había alguien a mi lado, una sombra. La sombra que me acompaña a todos los sitios desde que llegó y apareció por la puerta, sigue a mi lado. No habla ni dice nada pero está ahí y eso es lo que importa. Me agrada su silencio, su acogedora compañía y su discreta protección. Porque, aunque  no tenga un cuerpo, es también una persona y la quiero. Porque sé que siempre me escuchará aunque no le guste lo que diga, porque sé que nunca desaparecerá.
Porque a veces lo que está ahí, a un lado y no molesta es lo más importante. Con ella puedo ser yo misma sin sentir su mirada clavada en mis ojos porque tengo seguridad y me sujeta para que no me caiga. Porque es la mejor amiga que se pueda tener. Es una mejor amiga, porque los mejores amigos tienen que estar siempre ahí, escuchándote, apoyándote y son los que sabes que nunca te mirarán mal porque al fin y al cabo, siempre has estado tú a su lado y le has querido como a nadie. Sin embargo, el día que todo acabe, llegara,porque así se ha querido, entonces es cuando tendrás a su alma a tu lado. Tendrás a su sombra. Y le querrás.
Entonces me preguntarán:
-¿Por qué estás sola? ¿No tienes amigos?
Y tras todas las miradas responderé:
-No estoy sola, tan solo que no sabes percibirle.

Arreglé el timbre

No espero una llamada, ni un mensaje ni una sonrisa. Estoy viviendo mi vida, duele a veces decir que tú estás casi fuera de ella. No volveré a creerme la protagonista de ninguna película romántica ni el personaje principal de una novela de amor. No esperaré que una carta perfumada llegue a mi buzón. No tararearé esa canción que creía perfecta y que tantas veces quise cantarte. No volveré a mirarte a tus ojos pardos de aquella manera. Tus recuerdos son lejanos, y a la vez los tengo tan presentes... Que me esfuerzo en alejarlos. Y creo que por fin los he olvidado. Y ahora que por fin he arreglado mi timbre, el amor puede volver a llamar a mi puerta.

martes, 19 de febrero de 2013

Condenada por la vida que viví

Me encuentro en una sala llena de velas, noto el calor que emana de cada una de ellas. Oigo los pasos de otras tantas personas que también han sido condenados a vivir solo una vez y a derramar lágrimas por cualquier bache. Pero yo era así, lloraba por amor, aunque nadie entendía muy bien por qué. Me repetían una y mil veces que era una persona normal como todos los demás, que ya encontraría a otra mejor. Pero no. La vida no da tantas oportunidades. Él no era una simple persona, me hacía sonreír y me desesperaba con sus tonterías, pero aun así notaba sus latidos, su timidez, sus pasos y sus miradas.
Ahora ya no había vuelta atrás, había sido condenada a aprender de la vida que ya nunca volveré a tener. Me enseñan a sufrir de nuevo todas las experiencias antiguas y no puedo llorar. Mis ojos no pueden brillar por una lágrima que asomada, amenaza con salir. Hay demasiadas personas desconocidas pero ninguna de ellas es feliz. Todo el mundo se arrepiente. La sala cae en la oscuridad y oigo muchos latidos y susurros entre los demás. No consigo orientarme y respiro profundamente. Nadie sabe cuánto tiempo estaremos allí. La luna llena asoma por una de las ventanas, veo reflejada su luz transparente y noto que me sonríe, que no es cualquier luna llena, si no que con ella trae un regalo. Y alguien agarra mi mano con fuerza. No se mueve ni hace nada, pero veo sus ojos brillar. Al instante roza mis pómulos con dulzura y me acaricia el pelo. Caería rendida a sus pies. Era encantador, me hipnotizaba con cada movimiento, hasta que las luces se encendieron de pronto. Ya no estaba allí ni él ni nadie. Tan solo estaba encerrada en una burbuja y siento que no puedo más. Otra vez me he vuelto a sorprender por la imaginación que tengo, pero me doy cuenta de que tan solo, lo que acababa de vivir habían sido imágenes flotantes en aquella burbuja. En ese momento lo sentí mucho pero no aguanté más y esa vez no lloré por amor. Lloré por no tener nada real a mi al rededor. Todo son recuerdos que hacen que sienta realmente dolor. Mi corazón estalla al volver a recordar el momento en el que me creí que de verdad existía el amor verdadero.  Que pensé que todo sería muy fácil, que cada día con un beso ya bastaba pero no. Mis pensamientos resultaron erróneos, simplemente porque la vida no me enseñó nada. Que nadie me dijo lo que había que hacer y lo que no. Y yo me enamoré como si estuviera poseída de la persona que más daño podía hacerme. No todo salió bien y lo peor es que aun no he sabido cómo olvidarme de todo. Y allí, en aquella burbuja me sentía sola, sin nadie apoyándome porque tal vez lo tuve todo y no supe agradecerlo.

lunes, 18 de febrero de 2013

Un árbol con mucho sentimiento.

Escapando de las garras de los árboles, me quede atrapada, no sabía salir. Me retumbé en las hojas dejando que la tierra me tragara pero nunca llegó a hacerlo. Tan solo me agarraba de mis pies y manos con sus ramas. Entrelazaba mi pelo entre sus manos y me lo acariciaba con dulzura. También se enganchaba con cuidado y pude desenredar todo lo que había tocado. Oía los crujidos horroros de todos los árboles. Quería salir de allí, alejarme del peligro que oprimía mi pecho y mi corazón que ya se hacía a la idea de no poder salir. Hubo momentos en que los animales se me acercaron y vislumbraron mis muescas de horror en la cara. Tenía arañazos en cada parte de mi cuerpo, en toda la piel se me veían costras rojas llenas de sangre que me producían un asco terrible. Me sentía mareada y el sol se alzaba en lo alto del firmamento y me invadía con su calor insoportable. Las gotas de sudor recorrían mi frente y transpasaban mis ojos que se cerraban por momentos. Por un momento pensé que todos los árboles se me acercaban y se unían al árbol que me agarraba con fuerza y no me soltaba. Sobreviví unos momentos más y de repente, sentí las ramas que se convertían en dedos, los dedos de una persona mayor que me da un beso en la frente y me intenta sonreir. Lloro demasiado, todo se empieza a convertir en un cuadro abstracto en el que una chica llora por el abuelo que perdió aquel día cuando tan solo tenía cinco años y bajaban a merendar al bosque. Ahora él se encontraba allí, agarrándome con fuerza, llorando al igual que yo y con la sonrisa que le caracterizaba. Aquel fue el abrazo que más tiempo duró, el abrazo que quería desde hace tiempo y había aparecido como si nada, de un simple árbol que ahora era mi abuelo. La persona a la que más quise y me prometió que volvería a aparecer, como si nada, de una forma inseperada, tal y como lo había sido.

Como si fuera el último

Los brazos que me rodean cuando despierto de un sueño reparador, en el que él aparecía demostrándome su amor con un beso infinito. Los ojos que me observan desde el otro extremo de la habitación, con expresión despreocupada. Las manos que me sujetan el rostro cuando desvío la mirada hacia otra dirección, cohibida, esas manos que me obligan a mirar sus dulces ojos avellana. La nariz que aspira mi aroma a coco por la colonia que me regaló el viento de la playa. Los dedos que, sujetando un bolígrafo ya gastado, me escriben cartas de amor que lanzar al viento. Las orejas que captan mis susurros cantarines, mis palabras dulces para que se sienta especial. Los cabellos que golpean mi cara cuando me abraza con ternura. Los brazos que me levantan como una princesa sin corona. Los labios que me besan como si fuera nuestro último beso.

domingo, 17 de febrero de 2013

Un mundo malvado.

Aquella vez en el que las nubes invadieron el cielo que se quedo completamente gris y gritando auxilios que nadie escuchó. Que la oscuridad tragaba mis penas y mis alegrías dejandome desnuda, sin mis preciadas piezas que forman mi cabeza. Que mucha gente quedo atrapada en sus sueños, fueron bloqueados y no podían salir. Las aguas se removían lentamente unas sobre otras y ya no eran transparentes, tan solo un líquido oscuro que seguía sintiéndose horrible por dentro. El aire pesaba y muchas veces era irrespirable, taponaba mis orificios de la nariz llenándola de un gas con olor.
El suelo temblaba y con él, arrastraba cada edificio, cada carretera, cada persona y lo peor fue que lo hacía antes mis ojos. Los ojos que han visto miles de cosas terribles, y que ahora mismo, ya no se asustan de nada, que añora los días en los que podía ver al mundo como cuatro árboles y niños jugando al rededor. Que veía la noche y se asustaba, que el peligro le invadía aun estando protegido por personas. Esos ojos que tiemblan al ver a alguien llorar, que puede ver cómo se derrumban las lágrimas y con ellas todo su corazón. Seguiré viviendo con la misma retina, con el mismo color y tamaño del que tengo e intentaré que las tragedias y las lágrimas no me ciegen. Porque todo es un mundo malvado en el que estamos atrapados y no podemos salir, que nos retiene y nos obliga a ver todas aquellas cosas que antes no podías ver, porque todos sabemos que tarde o temprano, llegará el día en el que todo se acabe y con él todo nuestro cuerpo y recuerdos. Todo se quedará grabado en la mente, en los ojos y en el corazón que lo han podido entender, mirar y sentir.
Toda una vida llena de momentos que se quedarán en el tiempo. Flotando.

Sin mis amigas

¿Renunciaríais a tus amigas por cumplir tu sueño?
Sí.
No.
 Un sueño sin mis amigas es más bien una pesadilla.

Experta en falsas sonrisas

Era mi momento feliz. Me sentía como si fuera mi cumpleaños, y aquel mi regalo. Y entonces, busqué la mirada de aquella persona especial, que esperaba brillante de alegría y con una sonrisa dibujada en la cara. Pero no. Aquel momento de plena e infinita felicidad, aquel momento se transformó. Su llanto oprimió mi corazón y fastidió aquel momento tan especial para mí, a pesar de que tampoco fuera para tanto.
Y ahora los papeles se han cambiado. Es ella la que vive su momento feliz, y yo la que observa desde un segundo plano. Sin embargo, yo no tengo ganas de llorar. No estropearé su momento, un momento más importante que el mío, pero similar. Soy experta en poner falsas sonrisas, no renunciaré a mi título. Y a pesar de todo, ella sonríe sin darse cuenta de que estoy haciéndole un favor, porque si ahora yo llorara, ella no estaría tan enormemente feliz.

Me siento feliz. Feliz e infinita

Me siento feliz. Feliz e infinita. Feliz, infinita, genial, cómo si fuese la persona más feliz del mundo, cómo si me hubiese tocado la lotería. Cómo si toda la sangre, el sudor y las lágrimas que he derramado en mi vida por fin hubiesen valido para algo. Porque estoy un paso más cerca de cumplir mi sueño, de llegar hasta el final del camino. Y llegaría rodeada de todas esas personas que me importan, que me han apoyado y que me han sacado una sonrisa, aunque hubiese sido sólo una, cuando pasaba por un mal momento. Y mientras escribo este texto, este pequeño, pequeñísimo trozo de mi vida, no dejo de sonreír. Porque me siento feliz. Feliz e infinita. Y me encantaría tener esta sensación todos y cada unos los días del año. Y nada puede empañar mi felicidad en este momento, ni un "No me convence :(" en esta entrada, ni un comentario negativo, nada. Porque este momento es infinito. Y veo todo de una nueva manera, cómo si todo lo que había conocido ahora tuviese un nuevo significado. Me siento feliz. Feliz e infinita.
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La sombra del amanecer.

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Miraba a cada lado, sin rumbo, tan solo esperando a que viniese. La sombra del amanecer que aparece con sus pasos sigilosos que solo llegó a oír yo. Nadie más puede hacerlo. Me escondo entre las flores marchitas del campo, tan solo me dejo caer en la soledad que acompañada por aquellas preciosidades tengo la mejor compañía. La sombra se acerca hacia mí, dando saltos con delicadeza, rozando apenas el aire. Está feliz y parece que no me descubre en la espesura. Oigo su respiración entrecortada y más tarde sus susurros que se los regala al viento. Casi es transparente, pero aun puedo ver algo de sus ropajes cristalinos. Se para y mira rápidamente al horizonte, el sol ya va a salir.
Corre hacia una colina que la sube batiendo sus alas con rapidez. Huele a rosas. Las flores empiezan a tragarme, me intoxican con su aroma. Más tarde, los pétalos se mueven y se posan en mis ojos. Ya no me dejan ver nada. Sigo escuchando los silbidos de los pájaros que vuelan formando las nubes del cielo.
El sol ya está en el punto más alto, el cielo ya no tiene el color rosado amarillento, ahora es de un azul celeste, casi transparente. Parece que las flores me sueltan y puedo levantarme. La sombra ya ha desaparecido. Ya ha dejado que un nuevo amanecer sea  casi tan rápido y despacio que no he podido llegar a ver con claridad. Los amaneceres seguirán siendo un misterio, que tan solo las flores, el campo y la sombra del amanecer lo sabrán. Porque es el misterio mejor guardado que pagaría millones por verlo, pero la naturaleza no permite que nadie lo vea. Nadie tiene ese lujo. Por mucho que me esconda entre miles de flores para que la sombra no me vea, la naturaleza es protección, por eso me atrapan, me duermen, cierran mis ojos o me matan para que no pueda ver el secreto mejor guardado.
>>Lo más bello, nunca llega a verse.<<-Blue Princess.552660_504837179568716_2022549698_n_large




La mariposa de las alas de sol

    La dehesa parecía un mantel verde esmeralda sobre el que estaban dispuestos todo tipo de árboles y vegetación. Y yo, colocada estratégicamente encima de un árbol de ramas enrevesadas, que esperaban impacientes a que alguien se subiese sobre ellas. Todo era perfecto, como un sueño que crees real, como una visión de algo bueno que te va a suceder. Allí estaba yo, atrapada por la belleza del paisaje que se extendía a mi alrededor como un cuadro pintado por el mejor pintor de la historia. 
    Me sentía desnuda bajo la fina capa de ropa en la que estaba enfundada. Mi vestido rojo contrastaba con mi pelo, que jugaba con el viento, divertido. Mis pies descalzos se deslizaban hacia delante y hacia atrás, como en un alto columpio en el que para ti es imposible rozar el suelo. Cuando, de repente, una pequeña criatura apareció frente a mí, agitándose con gracia sus alas del color de la luz del sol.
    La pequeña mariposa danzaba juguetona. Yo no podía perderla de vista, me sentía incapaz de dejar de observar sus aleteos sigilosos y sus alas brillantes. Entonces, se fue de mi lado. Estaba dispuesta a perderse entre los matorrales, pero no conseguiría huir de mí. Todo se volvió extraño y confuso, pero hermoso al mismo tiempo. Miles de mariposas empezaron a girar en torno a mí, sin que pudiera apenas moverme encerrada en sus cadenas suaves como la seda. Mis párpados me comenzaron a pesar y me sumí en un profundo sueño.
    Abro los ojos. Estoy en mi cama, con el pelo revuelto sobre la almohada, como siempre. Anoche se me debió de olvidar cerrar la ventana, que hoy está abierta de par en par. Giro la cabeza al otro lado de la almohada. Mirándome impasible, una mariposa de alas de sol, que tras observarme salió volando, desapareciendo tras mi ventanal, arrastrando con ella el sueño más bonito que jamás podré volver a presenciar.

sábado, 16 de febrero de 2013

Cazadores de corazones

    Las miradas del resto de personas no me importan. Lo que piense el resto me es indiferente. Lo único que necesito ahora es irme lejos, con mi bolsa de tela y mis zapatillas. Huir del cazador que me intenta atrapar. Danzo con el viento en mi contra, fuertes ráfagas alborotan mi pelo castaño, largo y suave como los pétalos de rosa. Quiero huir del mundo, quiero viajar a otro planeta en el que el amor exista realmente. Jamás volveré a caer en otra de sus trampas.
    La bolsa se resbaló de mis manos en la estrecha calle del centro de la ciudad. Mis piruetas seguían eclipsando los aleteos de las mariposas y los cantos de las sirenas. Sentía que los ojos se me inundaban de lágrimas, pero debían luchar para no ahogarse. Como había hecho yo cuando mi corazón se veía aprisionado por la mano poderosa de aquel al que amé. 
    Un callejón sin salida me sorprende como si acabara de caerme en un pozo sin fondo. Y entonces rompo a llorar, temblando de frío en la oscuridad de mi alma. Una sombra se acerca lentamente, aquel cazador de corazones, otro más para su colección. Lo miro con los ojos relampagueantes del color de las praderas en primavera. Me levanto decidida a no rendirme ante sus ojos fríos como el mármol. Me acerco a él insegura por dentro, erguida por fuera, y él me imita con decisión, pasos firmes y fuertes pisadas que hacen temblar mi corazón. Empiezo a girar en torno a él, observando todas las partes de su cuerpo. Él me agarra de la cintura. Me esfuerzo en soltarme, forcejeo, en vano. Me atrae hacia su musculoso cuerpo, mientras el mío está cargado de odio. Apoyo las manos en sus hombros y me impulso hacia arriba, saliendo de sus garras traicioneras. Una patada en la nuca le da en su punto débil y cae rendido a mis pies, inconsciente. Acababa de terminar nuestro baile.
   Huyendo del mundo, mis zapatillas de bailarina se desgastaban con el tiempo, pero no se cansaban de bailar. Algún día ellas me guiarían hacia un mundo nuevo. Lejos de cazadores de corazones, lejos de las lágrimas infantiles, lejos de las mentiras y del odio. Lejos de almas tristes y de almas mentirosas que desintegraban mi corazón con un puño de hierro.

Intenté, pero no pude


Intenté escapar del mundo, olvidarme de aquellas personas que me amaban y me mataban por dentro pero no pude. Intenté escapar de mi propio cuerpo y vagar por el mundo como un alma libre, pero no lo conseguí. Intenté huir de todos aquellos recuerdos que recorrían cada rincón de mi mente, pero ellos me atraparon.

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Quiero ser libre, para siempre, que nadie me retenga, que por muchas veces que me digan:
-Quédate con nosotros, es mejor para ti. Te vamos a echar de menos.
Yo seré quien cometa los errores, la persona más cabezota del mundo que aunque se lo digan mil veces, escaparé del mundo. Recorreré cada esquina pensando en que habrá más allá del cielo, los planetas más bonitos que existen.
Allí hay personas que nos esperan, que quieren que las descubramos, pero nadie les hace caso.
Que sufren, aman y sienten al igual que nosotros, que se merecen la oportunidad de que les escuchemos, de que les respetemos y de regalarles un beso.
Por eso, échate en la cama, contempla el cielo oscuro y manda un beso a aquellas criaturas que habitan en cada planeta, en cada estrella, en cada rincón del mundo entero.
Bueno, más allá del mundo porque el mundo no tiene fin, ni lo ha tenido ni nunca lo tendrá porque como todos sabemos, es infinito.
                                                                 Todo es infinito.

La batalla del amor

    La llave no acertaba a entrar en la cerradura, la cortina de agua salada emborronaba mi vista. Mi mano temblorosa parecía rendirse. No había nadie en casa y eso era justo lo que necesitaba: estar sola. Para llorar sin compañía, desahogándome en la soledad que me abrumaría a partir de ahora. Para gritar su nombre innombrable, para llorar su ausencia. Juré no llorar jamás por un chico. Me duele decir que no siempre cumplo mis promesas.
    La llave decide meterse por fin, tal vez porque verme sufrir bajo la lluvia helada del mes de febrero había dejado ya de ser divertido. Mis ojos azules, envueltos en una capa de rímel corrido por la llorera, no paran de deshidratarme segundo a segundo. Giro con rabia la muñeca y la puerta se abre. De una patada, se abre como las puertas de una iglesia cuando la novia por fin entra a recibir su anillo y a su amor verdadero. Golpea la pared y se cierra en un golpe seco.
     Subo las escaleras tropezando con mis propios pies. Me meto en mi habitación y me encierro, sin necesidad de salir de allí jamás. Tiro mi bolso al suelo, mis botines caen sobre la alfombra con fuerza, provocando un estruendoso ruido que nadie aparte de mi decide oír. Derrotada, tras la batalla del amor perdida, mi cama resulta ser la lápida en la que decidí morir luchando. Y mi llanto cubre todas las esquinas de mi habitación apartada del mundo, e impregna de tristeza mi corazón destrozado. 
    Mis puños descargan su ira contra la almohada. Miles de plumas me rodean como en un magnífico sueño en el que estoy en un mundo de fantasía. Salvo porque mi labio tembloroso tiene ganas de escupir mil palabras de enfado hacia él. Pero no lo hace. Las plumas me rozan la piel intentando calmarme como una madre a su hija después de que ésta tenga una pesadilla. Sin embargo, lo único que consigue es deprimirme, transformarme en un ovillo que se convulsiona a cada lágrima, mientras procuro ser fuerte engañándome a mí misma, creyendo que él volverá a disculparse cuando nunca se hará realidad.