sábado, 16 de febrero de 2013

Cazadores de corazones

    Las miradas del resto de personas no me importan. Lo que piense el resto me es indiferente. Lo único que necesito ahora es irme lejos, con mi bolsa de tela y mis zapatillas. Huir del cazador que me intenta atrapar. Danzo con el viento en mi contra, fuertes ráfagas alborotan mi pelo castaño, largo y suave como los pétalos de rosa. Quiero huir del mundo, quiero viajar a otro planeta en el que el amor exista realmente. Jamás volveré a caer en otra de sus trampas.
    La bolsa se resbaló de mis manos en la estrecha calle del centro de la ciudad. Mis piruetas seguían eclipsando los aleteos de las mariposas y los cantos de las sirenas. Sentía que los ojos se me inundaban de lágrimas, pero debían luchar para no ahogarse. Como había hecho yo cuando mi corazón se veía aprisionado por la mano poderosa de aquel al que amé. 
    Un callejón sin salida me sorprende como si acabara de caerme en un pozo sin fondo. Y entonces rompo a llorar, temblando de frío en la oscuridad de mi alma. Una sombra se acerca lentamente, aquel cazador de corazones, otro más para su colección. Lo miro con los ojos relampagueantes del color de las praderas en primavera. Me levanto decidida a no rendirme ante sus ojos fríos como el mármol. Me acerco a él insegura por dentro, erguida por fuera, y él me imita con decisión, pasos firmes y fuertes pisadas que hacen temblar mi corazón. Empiezo a girar en torno a él, observando todas las partes de su cuerpo. Él me agarra de la cintura. Me esfuerzo en soltarme, forcejeo, en vano. Me atrae hacia su musculoso cuerpo, mientras el mío está cargado de odio. Apoyo las manos en sus hombros y me impulso hacia arriba, saliendo de sus garras traicioneras. Una patada en la nuca le da en su punto débil y cae rendido a mis pies, inconsciente. Acababa de terminar nuestro baile.
   Huyendo del mundo, mis zapatillas de bailarina se desgastaban con el tiempo, pero no se cansaban de bailar. Algún día ellas me guiarían hacia un mundo nuevo. Lejos de cazadores de corazones, lejos de las lágrimas infantiles, lejos de las mentiras y del odio. Lejos de almas tristes y de almas mentirosas que desintegraban mi corazón con un puño de hierro.

2 comentarios:

  1. Oh, me encanta esta entrada.
    Los cazadores de corazones, solo se te puede ocurrir a ti.
    Besos, Amanda.

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