Era un simple juego de niñas. No era verdad, pero antes me lo creía. Era malgastar la vida de una pequeña flor. Arrancarle las alas que le llevarían a un nuevo mundo. Disfrutar quitando uno por uno sus pétalos de vivos colores. Pronunciar "sí" o "no", mintiéndome a mí misma con lo que podría decir aquel ser vivo que hacía poco había muerto. Me creí lo que me contaba, lo que sus pétalos silbaban al lanzarlos al viento. Creí que me querías cuando solo era el castigo que me había impuesto una flor ya marchitada por mi culpa.
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