Creo que distingo a mucha gente dentro de esa bola redonda que se llama Tierra pero no veo el interior. No me creo que aquella chica de rizos esté feliz cuando se ríe y sus ojos no brillan.
Creo que por fin comprendí que no hay que fijarse en los demás, si no en la persona que de verdad está a tu lado y comprende todos tus sentimientos cuando mira más allá de una sonrisa o cuando se para a mirar tus agujeros debajo de las cejas que no brillan por mucho que su color sea bonito.
Unos ojos no son bonitos si no estás feliz, al igual que una sonrisa falsa no es mejor que una sonrisa triste, pues una sonrisa triste es mejor que la tristeza de no sonreír.
Cuando las lágrimas llegan pero no pueden salir es por miedo a esas personas que pueden clavar su mirada en tu nuca viendo cómo lloras cuando ellos son los primeros que no se atreven a sacar ese cúmulo de lágrimas acumuladas.
Llegará un día en el que dejaremos el orgullo a un lado y la expresión de nuestro corazón fluirá a nuestro alrededor.
Porque las personas que te mandan una sonrisa transmitiéndote confianza son las que se han dado cuenta de que no estás feliz. Y no te tienen que hablar para decirte que tienes un hombro a tu lado sobre el que llorar.
Esas personas son las que de verdad deberían importarte.
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