Hoy, noche cerrada. Oscuridad infinita. O lo sería si no fuera por las brillantes luces de la ciudad. Prefiero llamarlas destructoras de la paz. Silencio sepulcral en las cuatro paredes que me aíslan de los cláxones de los coches y los carteles cambiar de "open" a "close". Sin embargo, mi ventana se torna abierta, dispuesta a observar la noche, triste, melancólica noche. Contar las estrellas es imposible a la altura de mi buhardilla. Un rostro me mira desde el otro lado. Un rostro redondo, piel pálida, emanando luz verdadera. Hoy hay Luna llena. Mi pelo se revuelve con el viento, la Luna me mira complaciente y me dice:
-Buenas noches, estrellita...
Y me duermo.
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