No quiero parecer el centro del universo. Ni el ombligo del mundo. Tal vez me las imagine, miradas incrustadas en mi espalda cubierta por un grueso jersey. A veces son amigas, embobadas, mirando a un punto fijo que ha decidido ser mi nuca hasta que yo las saludo, sacándolas de su mundo de fantasía. Otras, quien sabe. Anécdotas que le han recordado a mí, simplemente quieren que me dé la vuelta, no sé. Ojos marrones, más claros o más oscuros. Los típicos y los que más predominan en lo que yo me atrevería a decir, en el globo en el que vivimos por obligación. Esas miradas que me esfuerzo en creer que son producto de mi cabeza desorientada, y posiblemente sea cierto. Tal vez fuera el sol buscando ayuda para sacarle de aquel laberinto de nubes pomposas. Tal vez el arco iris que me estaba avisando de que vendría a saludarme, después del chaparrón que me pilló desprevenida y sin capucha. Simples miradas. Podrían no significar nada, o todo. O simplemente que me dedique a escribir porque tengo una imaginación insaciable. Y de hecho, es lo que estoy haciendo. Una entrada más para el universo, una entrada más para el mundo. Al fin y al cabo, las miradas son unas miradas amigas.
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Aunque tal vez sean producto de mi imaginación
insaciable.
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Miradas incrustadas en mi espalda cubiertas
por un jersey grueso. |
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