viernes, 22 de marzo de 2013

¿Entonces?

Te encuentras una carta en tu buzón, especialmente dirigida a ti, cosa que no suele pasar a menudo. No lleva ni sello ni dirección. La abres, curiosa. Desprende un olor dulzón y frutal. Abres el sobre. Dentro hay escrito el nombre de una calle y un Te Quiero, y dibujado un corazón. <<¿Será el chico que me gusta?>> Con las ilusiones en una mano y el sobre en la otra, te diriges a la calle escrita, emocionada.
Y entonces llegas. Está todo desierto <<¿Llegará tarde?>> Escuchas unas risas tras un árbol de ramas caídas. Te acercas a mirar, y descubres allí a tus amigos, gritándote "¡Inocente!", como si de ese día se tratara. Te alejas molesta: <<¿Y mi amor?>> Lanzas la carta al viento, frustrada por la broma de mal gusto.

Entonces, ¿a quién podemos creer?



Estáis sentadas en un banco, como todas las tardes desde aquel día de verano en el que os habíais echo amigas. Era tu compañera de locuras, tu amiga del alma. La llave de tu caja de secretos. Era imposible resistirte a contarle un secreto. Y esa tarde, por fin le revelaste el amor de tus sueños, aquel al que aspirabas. Aquel por el que no te rendías en los malos momentos.
Y a la mañana siguiente, él sabe lo que sientes. Sabe que le querías desde tiempos inmemoriales, que siempre le observabas de reojo en las clases y todos aquellos pequeños detalles que pasaban desapercibidos para todo el mundo, excepto para ti.

Entonces, ¿en quién podemos confiar?
Te mira con esa ternura indescriptible desde el otro lado de la habitación. Te hace sentir especial. Te dice que te quiere, que te ama con locura, la locura más loca que existe, y que nunca te dejará de querer. Entonces, te besa. Y tú te enamoras de él más que antes, hasta límites inexistentes hasta ese momento.
Y meses más tarde, se marcha. Se olvida de ti y te deja con el corazón roto, el rímel corrido por las lágrimas inagotables y todos esos besos que hasta ese momento habían sido de ambos, pero que ahora solo existían en tu mente. Y que jamás olvidarías. Te acuerdas de aquel juramento de amor eterno en aquella noche de invierno.

Entonces, ¿a quién podemos querer?

2 comentarios:

  1. creérnosla, confiar sin duda, querer para decepcionarse. Tal vez, mejor es superarlo que evadirlo, cosas así no se pueden desaparecer, siempre sucederá :(

    Muy buenos ejemplos.

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  2. Cuánta razón lleva esta entrada. En los tiempos que corren, ¿en quién podemos confiar? Prácticamente en nadie. Es muy cierto que los secretos, cuando se lo cuentas a una persona, vuelan. Es mejor hacer borrón y cuenta nueva :'(
    Un beso~

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