domingo, 2 de junio de 2013

El amor nos destruye, nos mata

Miraba al horizonte, el atardecer era lo más bonito que podía haber, hasta sonreía. Las suaves ramas donde se posaban nuestros cuerpos, nuestros abrazos frente al sol. Quedaron en nuestras memorias durante mucho tiempo, suspirábamos al saber que aquel amor nos había unido demasiado y nunca se rompió. Seguíamos enamorados el uno del otro, en silencio, sin hacer ruido, pero sufríamos. A veces los finales no acaban con un fin si no con unas lágrimas que se repetirán cada día. No fue casualidad ni destino, fue un sueño que se convirtió en historia.
Estaba sentada mirando mi reflejo en el valle con los pies rozando las tranquilas aguas, como solíamos hacer en aquellos tiempos, recordé cada minuto junto a ti, recordé nuestras risas llenas de cariño y con una sonrisa me despedí de aquel lugar que llevaba tu nombre. Nuestro nombre.
No estaba sola, tú siempre me acompañarías a cualquier lugar porque tu esencia siempre quedaría grabada en mí.  
El tiempo no se paró, el tiempo siguió su curso. Parecía que los momentos se olvidaban, pero un amor nunca muere. Sin embargo, una vida sí.
Desapareciste con todo el dolor acumulado.
No quisiste seguir viviendo una vida que no fuera junto a mí.
 

3 comentarios:

  1. Me encanta como has reflejado cada sentimiento en esta entrada, verdaderamente me ha gustado mucho! un beso cielo! Te espero en mi blog http://macherieladyartiste.blogspot.com.es

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  2. ASDJHAKDAIODEAHKDAL,
    has conseguido que me diera un vuelco el corazón.
    Triste pero cierto.
    Besos, Amanda.

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  3. Hay que bonito :,) En serio, pensar en situaciones así dan ganas de llorar, a mí al menos. Y es que queramos o no... Aun que la gente venga y vaya, no siempre nos quedamos indiferentes.
    Muchos besos :)

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