
Nos hicimos muy amigos. Decidimos hacer lo que tú querías, que era solo sentarnos juntos, reírnos y eso era todo. Un día que nuestros ojos se cruzaron sin quererlo ninguno de los dos, no me atrevía a preguntar un "qué sientes". Me esperaba un silencio incómodo seguido de un escueto "nada". Tal vez si me hubiera lanzado y se lo hubiera preguntado, mis últimas palabras hubieran sido: eso es porque no consigues descifrar el significado de mi mirada.
Lo más sensato hubiera sido apartar la vista nada más notar que tu mirada no me decía nada.
Oh :( qué triste debe ser no ser correspondido.
ResponderEliminarOtra vez les digo, sus textos y relatos me gustan muchísimo, disculpen no poder comentar con frecuencia, es que a veces no me funciona la página, pero siempre que puedo, leo sus textos.
Por cierto, les dejé un premio en mi blog. Les dejo el link.
http://myworldcrazypenguin.blogspot.com.ar/2013/01/nominaciones.html#comment-form